La lactancia materna es una experiencia que produce muchos beneficios de salud en el bebé. Pero también produce incertidumbre por la inexperiencia. ¿Qué síntomas indican que estás dando el pecho correctamente?
Uno de los síntomas más importantes es que el bebé succiona con tranquilidad. Lo hace sin los síntomas de ansiedad que pueden estar asociados al hambre. El bebé está relajado en este contacto contigo. Y si pones atención, puedes escuchar el sonido de su deglución. Es decir, notarás cómo el niño está ingiriendo el alimento al tragarlo. No solo puedes escuchar este sonido sino que también puedes observar el lenguaje corporal facial del bebé cada vez que traga el alimento de un modo natural.
Cómo saber si la lactancia es correcta
Otro síntoma importante de que la lactancia está teniendo un desarrollo correcto es que el niño mantiene un estado de ánimo positivo la mayor parte del tiempo. Y además, tiene una evolución del peso saludable. Así lo indica el pediatra en cada revisión.
No solo puedes observar el lenguaje corporal de tu bebé sino también, el tuyo propio. Si durante los momentos de cada toma te sientes estresada y en tensión corporal, entonces, hay algo que no va bien. Esa tensión es un reflejo de cómo te está haciendo sentir ese momento. Un síntoma de que ese momento de intimidad afectiva entre madre e hijo se desarrolla correctamente es que existen instantes de contacto visual entre ambos.
Cuando las tomas parecen prolongarse durante más de una hora y aún así el bebé no queda satisfecho, entonces, este es un síntoma de que el bebé no está ingiriendo la leche que necesita en esta etapa. Otro aspecto que debes observar es el número de pañales que moja cada día. Si moja menos de seis después de su primera semana de vida, entonces, también está tomando poco líquido. Por el contrario, si utiliza más de seis pañales, el bebé está bien nutrido e hidratado.
Otros signos de una alimentación sana
Un buen síntoma de bienestar en el niño es que el bebé, tras cada toma, experimenta una sensación de calma y reposo. Además, mama en torno a diez o quince minutos de cada pecho (cada niño tiene sus ritmos). Si el bebé disfruta de sus siestas diarias y continúa con una rutina de hábitos que no se ve alterada de modo habitual por el llanto, el niño está bien alimentado.
Ten presente que el hambre es una de las causa de malestar más frecuentes. Si después de cada toma, el bebé suelta el pecho por sí mismo, este es un buen síntoma de que ha quedado satisfecho hasta la siguiente toma.
El pediatra realizará un seguimiento del bebé. En este caso, lo más importante no es el peso en sí mismo puesto que cada niño tiene su propio desarrollo. Sin embargo, lo verdaderamente determinante es que su peso aumente mes a mes.
La pérdida de peso es un indicativo incluso más significativo que el llanto en este tipo de situaciones porque aquellos bebés que están adelgazando mes a mes pueden sentirse muy débiles. Tanto que no tienen fuerza para llorar. Por esta razón, es muy importante observar la evolución del bebé desde el punto de vista de la salud en cada visita a la consulta pediátrica.
Cómo saber si el bebé tiene hambre
No compares a tu bebé con otros de la misma edad puesto que no debes tomar como referencia el hecho de que otro niño tenga un mayor peso. Las tablas de crecimiento contienen datos orientativos que sirven de referencia. Pero no son valores absolutos porque cada caso es diferente, particular y concreto.
Además, ten presente que el llanto es una forma de expresión para el bebé. Por tanto, esta forma de protesta no tiene como única causa el hambre. Pueden existir otras razones. Por ejemplo, está incómodo con la ropa que lleva puesta, tiene frío o calor, está enfermo y tiene fiebre. Tal vez necesita un cambio de pañal. Para saber si el motivo del llanto es que tiene hambre entonces, dale de mamar. Y si toma la leche, entonces, es un síntoma de que esta es la causa de su llanto. Si no la toma, es que el motivo es otro diferente.
Por otra parte, fíate de tu propia intuición puesto que también es natural que haya épocas del año en las que puedas notar un cambio de ritmo en la alimentación infantil. Por ejemplo, durante el verano, con las temperaturas altas, muchos bebés pueden tener menos apetito.
Esto es algo lógico que también ocurre a los adultos. Las condiciones externas influyen en el propio cuerpo. Además, no obligues a tu hijo a comer más si no desea hacerlo. Si el bebé tiene hambre lo pedirá por sí mismo. Y tú como madre, conoces mejor que nadie a tu bebé.
Estas son las pautas básicas para saber si estás dando bien el pecho a tu bebe.